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CRÓNICA DEL PÁJARO QUE DA CUERDA AL MUNDO, HARUKI MURAKAMI

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A veces, cuando avanzas en silencio por paisajes tan desolados, pierdes la cohesión como ser humano y te sobreviene la alucinación de que te vas disgregando progresivamente. El espacio que te rodea es tan vasto que es difícil mantener el sentido de la proporción con respecto a la propia existencia. ¿Me comprende usted? Mi conciencia se iba dilatando junto con el paisaje y acababa por ser tan difusa que no podía mantenerme aferrado a mi cuerpo. Crónica Del Pájaro Que Da Cuerda Al Mundo, Haruki Murakami

El universo de Murakami es un universo regido por las dos reglas que definen al mundo de los sueños: condensación y desplazamiento. Cada cosa es, en realidad, muchas cosas. Cada cosa está a un paso, a un momento de ser otra. El mundo muta y los sentidos se vuelven impotentes, de modo que deben reinventarse para asirse de algo que de antemano, y no sin paradoja,  se sabe efímero, resbaladizo, fantasmal. Poco a poco, y a partir de la desaparición de Kumiko, la novela comienza a impregnarse de irrealidad hasta el punto de trazar planos paralelos que se trasvasan y se confunden, como dos trozos de hielo que se derriten a medida que se sueldan. Me temo que esto pueda resultar un tanto incómodo para alguna clase de lector. Mal que nos pese, el mundo occidental todavía pertenece a la ideología de Parménides. “Lo que es, es. Lo que no es, no es”. Hablamos de la diferenciación categórica, la rotulación y límite de los entes… Mientras que occidente dice “esto es esto porque no es aquello”, la mente oriental declara “esto y aquello” o “esto es aquello”;  por lo que la realidad como la conocemos se ve continuamente interpelada.

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Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Haruki Murakami